jueves, 24 de noviembre de 2011

Audrey Hepburn


¡Me perteneces! Porque te amo..." "¿Estás loco? ¡Nadie pertenece a nadie!" "¡Sí lo hacen! Y eso es lo que te da miedo...". La bonita Audrey Hepburn sollozaba en mi pantalla encarnando a uno de sus personajes más célebres, Holly en "Breakfast at Tiffany's". Ella decía; ellos para mí no son suficiente, que quiero más, que quiero ser "libre", que necesito vivir más. Que soy como un animalito salvaje, como un gatito egoista ,que quiere unas caricias ,pero cuando las recibe anhela volver a su mundo imprevisible. Porque al minino le gustan los tejados y no quiere saber nada de La Jaula. Excepto cuando tiene miedo... cuando se siente solo... 
Pero ahí estaba él, ese escritor ficticio gritándole a la diva en mi televisor que las personas sí se pertenecían unas a otras, que en esa entrega mútua residía mucha de nuestra felicidad. Que la que se presumía gata, la que se presumía libre, era más presa que ninguna porque era presa de sí misma.
Paul, el atractivo escritor de Desayuno con Diamantes, era una cuestión de libertad. Era una cuestión de huída, de huída de La Jaula. Y en esa huida, Holly se hizo presa. Presas de los barrotes de sus  miedo a ser apresadas.Sé que me equivoco. Pero no puedo cambiar. No quiero. No puedo. No sé.

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